Aprender a escuchar
No es fácil escuchar sin opinar, pero el esfuerzo vale la pena.
Procura estar presente
Cuando tu joven quiera hablar contigo, escucha con atención lo que te diga. Deja que se tome el tiempo que necesite y no interrumpas, a menos que quieras que te aclare algo.
Escuchar de forma activa significa poner especial atención a sus palabras y emociones. Demuéstrale que estás escuchando a través de tu lenguaje corporal. Por ejemplo, al asentir con la cabeza o mantener el contacto visual. Deja tu teléfono en otra parte y evita distraerte con otras cosas, para que tu joven sepa que tiene toda tu atención.
Reconoce y valida sus emociones
Aunque no compartas el punto de vista de tu joven, puedes validar sus emociones y sentimientos. Si ignoras, minimizas o criticas lo que siente puedes hacer que se avergüence, se cierre o reprima sus sentimientos. Cuando los adolescentes y jóvenes se sienten escuchados, es más probable que se abran.
Estos son algunos ejemplos de respuestas para demostrar que estás escuchando:
- “Qué difícil”.
- “¡Uff, qué mal!”.
- “Cualquiera en tu lugar se sentiría igual”.
- “Ya veo por qué te molestaste”.
- “Parece que era una situación complicada: es comprensible que te sintieras así”.
- "Te entiendo, y me imagino lo incómodo que puede ser. Al escucharte, se me ocurre otra manera de verlo. ¿Quieres que te cuente?".
Recuerda que como madre o padre, tu rol no es impedir o evitar que tu joven se sienta mal o experimente angustia u otra emoción negativa. En lugar de eso, trata de darle herramientas para que aprenda a enfrentarlas. Cuando abres un espacio para que los adolescentes y jóvenes expresen lo que les pasa, contribuyes a que más adelante aprendan a hacerlo por su cuenta.
Propónte escuchar antes de dar soluciones
Cuando tu joven esté hablando, enfócate en lo que dice en vez de pensar en tu respuesta. Puede ser tentador querer arreglar inmediatamente lo que sea que esté enfrentado, pero tal vez tu joven no necesite (o no quiera) que tú lo soluciones. Muchas veces lo único que quieren las personas es que alguien escuche.
Si piensas que tu joven podría querer ayuda, pregúntale con sutileza y sin juicios: ¿Quieres que te ayude o sólo te quieres desahogar? O, ¿de qué forma crees que podrías arreglar esto?
No tienes por qué tener todas las respuestas. Podrías hacer una pausa para ordenar tus ideas y retomar la conversación más adelante.
Le preguntamos a varios niños lo que desean poder contarle a sus padres. Practica escucharlos con atención.
Haz un resumen de lo que escuchaste
Una forma de demostrar a tu joven que escuchaste lo que te dijo es hacer un resumen. Además, esto puede ayudar a evitar malentendidos y confusiones.
Intenta repetir en una o dos frases lo que te acaba de contar. Después confirma diciendo: “¿Eso quisiste decir?”, o “¿entendí bien?”. Esto le da la oportunidad a tu joven de corroborar lo que dijiste o explicar más a fondo.